Gracias, SEÑOR...
Por mis brazos perfectos,
cuando hay tantos mutilados.
Por mis ojos perfectos,
cuando hay tantos sin luz.
Por mi voz que canta,
cuando tantos enmudecen.
Por mis manos que trabajan,
cuando tantos mendigan.
¡Oh, maravilloso señor!
Tener un hogar para regresar.
Cuando hay tanta gente
que no tiene a donde ir.
Sonreír, cuando hay tantos que lloran.
Amar, cuando hay tantos que odian.
Soñar, cuando hay tantos que
se revuelven en pesadillas.
Vivir, cuando hay tantos que
mueren antes de nacer.
Sobretodo SEÑOR...
Tener poco que pedirte
y tanto que agradecerte.
esa es una realidad de nuestra corta vida
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